Pues así es como Guillermo Ayoví Erazo, un muchacho que recorrìa las calles empinadas de Borbón, su pueblo natal, al norte de la Provincia de Esmeraldas vendiendo aquel producto que su padre sacaba del río: una especie de pez llamado Guacuco o roncador, por los cual los habitantes al verlo pasar todos los días de la semana cambiaron su nombre a solo "roncador" Y otros, simplemente Roncón, lo que a Guillermo le disgustaba mucho. Tanto, que hasta dejaba el canasto con pescados a un lado y empezaba a darse de puños.
Espigado y vivaz, de piel negra y prodigiosa memoria, Roncón, cuyo apodo le llegó del río, hacía una diversidad de oficios. Su padre, que tenía dos hogares, lo llevó a vivir un día con su otra familia, en un sitio donde estaban mezclados los mulatos y los cayapas. Él se bañaba junto con los niños de esa etnia y ellos le enseñaron a tocar la marimba y a hablar la lengua cayapa. Así, Roncón fue creciendo y llenándose de saberes. De esos que no se hallan en los libros y que se aprenden con las vivencias.
Ya adulto, trabajó en el muelle, en una cuadrilla, cuyo capataz era un viejito llamado Luis Perlaza, a quien le decían Papá Lucho. Y cuando este murió, él lo reemplazó. “Entonces empezaron a decirme Papá Roncón. En su casa, en cuya planta baja funciona la fundación que lleva su nombre y donde comparte sus saberes con los niños y jóvenes del lugar, hay tambores, cununos, guasá, palos de lluvia y marimbas, instrumentos que Papá Roncón sabe construir y tocar y que le han permitido viajar a países como Alemania, Japón y muchos otros, y ser embajador de la cultura afroecuatoriana. Es narrador oral, músico y cantante. Y también poeta.
Luego le dieron una sala para ensayar y armó un grupo, con el cual empezó a realizar presentaciones. Así nació La Catanga, nombre que tomó de un objeto que es una trampa para capturar peces. Preparó gente, enseñó a bailar y a tocar y construir instrumentos. El grupo permaneció por varios años, hasta que los muchachos comenzaron a crecer y a casarse. Ahora ya son padres de familia, incluso abuelos, y algunos de ellos formaron sus propios grupos, lo que a Papá Roncón lo llena de orgullo.
En la actualidad Papá Roncón no tiene grupo, pero aún realiza presentaciones. Llama a músicos amigos para que lo acompañen, entre otros a la esmeraldeña Rosa Wila. Él sigue fiel a la marimba, porque la música que emerge de ella, anota, es un patrimonio que los negros llevan en la sangre. “Cuando los negros vivían atados de pata y mano, fue la marimba la que los liberó. Con la marimba fue que el negro se le rebeló al amo y fueron libres”, narra Papá Roncón, quien asegura haber descubierto todos los secretos de este instrumento.
A sus 81 años, a Papá Roncón le duelen las piernas. Ha perdido un poco la agilidad, pero se enorgullece de no tener arrugas. Y cada vez que le preguntan el secreto, responde: “Para ser un buen viejo, se debió haber sido un buen joven”, lo cual significa, según él, nada de vicios ni de malos hábitos. Pero, sobre todo, vivir alegre, porque la vida es como una gran pieza musical.
Recien me entero quien es jajajaja
ResponderEliminarAsi es mi estimada Nathaly!!! Uno de los principales exponentes de la musica Ecuatoriana
Eliminarmuy bien me gusta el tema hay que apoyar a los nuestros...
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